Birmania: La catástrofe del ciclón
Riqueza y privilegios, antepuestos a la ayuda
Keith Dickinson, Partido Socialista, CIT Inglaterra y Gales.
15 de mayo de 2008.
Los devastadores efectos del ciclón que ha azotado la vasta región conformada por el delta del río Irrawaddy, han conmovido a las personas de todo el mundo. Pero el desastre se ha multiplicado debido a la total inadecuación del régimen militar a la hora de ayudar a las víctimas. La devastación, las cifras de muertes y de heridos, son probablemente mayores que las ocasionadas por el tsunami de 2004 en el Océano Índico.
Ya han muerto nada menos que 100.000 personas, y otro millón y medio están en situación de riesgo. Los trabajadores y los campesinos ya luchaban por la supervivencia bajo la privación y la represión por parte del régimen militar. Y ahora, en las zonas golpeadas por el ciclón, millones de ellos experimentan, además, la falta de techo, la muerte por hambre y la propagación de enfermedades.
Este país era conocido como la "taza de arroz", pero es la principal área de cultivo de arroz la que ha quedado afectada. En el programa Newsnight de la televisión británica se comentó que algunas de las plataformas petrolíferas y de gas natural ubicadas en el Mar de Andamán podrían haber sido dañadas por el ciclón, lo cual podría estar preocupando a los generales militares.
Estos generales han obtenido su financiación principalmente de su explotación de yacimientos de gas natural y otros recursos minerales. El pasado año, la vecina Tailandia importó desde Birmania gas natural por valor de 2.700 millones de dólares, lo que supuso el 45% de las exportaciones totales de Birmania; las inversiones tailandesas en Birmania ascendieron a 1.340 millones de dólares, y van en aumento.
En un artículo publicado por la revista Far East Economic Review previamente al ciclón, el activista de derechos humanos Benedict Rogers señaló que el primer ministrro de Tailandia, tras firmar un nuevo acuerdo de inversión con los generales birmanos en marzo, calificó a éstos últimos de "buenos budistas" porque "meditaban", pese a su matanza de monjes budistas el pasado septiembre.
En febrero, el líder de la Unión Nacional Karen, el mayor grupo étnico armado de Birmania, fue asesinado en Tailandia por orden del régimen birmano, probablemente con el consentimiento de las autoridades tailandesas. Luego, en marzo, la policía tailandesa lanzó ataques contra 14 organizaciones de los karen exiliadas en Tailandia.
Así las cosas, el gobierno tailandés tiene "relaciones en mejoría" con los generales birmanos, y está atrayendo las miradas de los gobiernos occidentales, que buscan convencer a los generales –quienes están rechazando denodadamente la intervención exterior– de que permitan al personal de las entidades benéficas occidentales organizar la distribución de bienes de primera necesidad y servicios de máxima urgencia.
Es interesante observar que el ministro de asuntos exteriores tailandés manifestó en Newsnight que, después de las invasiones de Iraq y Afganistán, a los generales birmanos les preocupa la ayuda llegada desde Occidente. El pasado septiembre, en uno de sus "comentarios", el gobierno de Birmania acusó a las "potencias globales que practican el hegemonismo"; y la reciente "nueva constitución" birmana, además de estar concebida para preservar la dictadura militar represiva, incluye cláusulas que prohíben el estacionamiento de tropas extranjeras en Birmania.
Los gobiernos de todo el planeta condenan la falta de democracia del régimen birmano, pero no son los intereses del pueblo birmano lo que les importa, sino la manera en que los generales birmanos tratan de limitar la influencia y la explotación de las potencias imperialistas mundiales al objeto de defender su propia riqueza y privilegios. Y mientras estos gobiernos instan a sus propios trabajadores –castigados por la crisis crediticia– a que donen dinero para ayudar a los damnificados del ciclón, ceden ante el régimen birmano.
Rusia está proporcionando entrenamiento nuclear, tecnología, equipamiento y armas; India continúa invirtiendo; Japón es dueño del 19,3% del yacimiento de gas natural de Yetagun y otros grandes proyectos, mientras que Singapur sigue siendo el lugar predilecto de los generales para ingresar su dinero, invertir, comprar, recibir atención médica, educar a sus hijos y hacer sus negocios de armas.
China
Las grandes empresas de Gran Bretaña, Estados Unidos y Francia también invierten en Birmania, pero es China el principal espónsor económico de los generales birmanos, y del país que le da acceso al Océano Índico.
Antes del ciclón, el secretario general de la Federación Birmana de Sindicatos hablaba así: "Cuando el régimen se encontraba casi hundido, en 1998, fueron las compañías petroleras Chevron y Total quienes lo sacaron a flote. Ahora se da la misma situación: políticamente, el régimen anda por mal camino; pero es el dinero de Chevron y Total el que les permite ir escapando. De modo que son las políticas corporativas las que están apoyando al régimen, y las políticas corporativas las que están dificultando a los gobiernos el ir a por Birmania desde todos los frentes."
Es al pueblo birmano a quien corresponde deshacerse de su represivo régimen. Este pueblo ha demostrado muchas veces, particularmente en 1988 y el año pasado, su capacidad y voluntad de lucha para sortear todos los obstáculos y mejorar sus vidas. Y está claro que los birmanos sólo pueden confiar en la acción y la ayuda de los trabajadores internacionales, y no en la "ayuda" de los gobiernos capitalistas.
Tras la devastación causada por el ciclón, mientras siguen urgiendo todos los intentos de abastecer de bienes de primera necesidad a quienes los necesitan, se hace necesario reconocer, tal como se destacó en una llamada telefónica al programa Radio 5 Live, "la resiliencia y el ingenio del pueblo birmano a la hora de trabajar como comunidad para ayudar a los demás y a sí mismos". Esto es patente tan solo dos semanas después del paso del ciclón y volverá a serlo cuando haya de cambiarse el régimen.
Beneficios, no derechos humanos
El gaseoducto y oleoducto de Yadana se extiende a través de Birmania, desde el Golfo de Andamán hasta Tailandia. La construcción de esta tubería, cuyos socios son Total y Chevron, implicó el empleo masivo de mano de obra forzada y otras violaciones de los derechos humanos, cometidas por el ejército en nombre de las compañías petroleras.
Durante las protestas del año pasado en favor de la democracia, lideradas por monjes budistas y brutalmente reprimidas por los generales birmanos, un portavoz de la compañía tailandesa PTTEP, adscrita al proyecto Yadana de Total, hizo la siguiente declaración: "Es la misma historia de siempre. No veo ninguna repercusión en el futuro cercano" del conflicto. "Cuando cerramos un contrato con el gobierno, en el fondo no importa quién sea el gobierno."
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