Egipto: Oleada de huelgas sacude al régimen egipcio

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La elite en el poder teme posibles revueltas sociales.

John Dale, Partido Socialista, Inglaterra y Gales.

Martes 6 de marzo de 2007,


En los últimos tres meses Egipto ha sido barrido por la mayor oleada de huelgas de los últimos años, en un país donde las huelgas son ilegales y cualquier tipo de manifestación es reprimida brutal y sangrientamente. Decenas de miles de trabajadores actuaron (incluso con la toma de fábricas), tanto de los sectores textiles, agropecuarios y del cemento como trabajadores ferroviarios, de los astilleros, trabajadores municipales y de hospitales. Tal descontento surgió a causa de los salarios bajos, la precaria situación en cuanto a sanidad y seguridad se refieren, la corrupción a la hora de gestionar y privatizar al vez que por causa de los sindicatos, marionetas del gobierno, que se alían con los empresarios.

Aunque escasamente cubierta por los medios de comunicación occidentales, dicha huelga es de primordial importancia por varias razones. La clase obrera de Egipto es una de las mayores del Oriente Medios así como una de las más fuertes potencialmente y con una larga tradición luchadora. El hecho de que dicho sector de la población esté actuando con independencia de cualquier otro sector social o partido político, representa un progreso enorme y muy significativo, especialmente en esta región donde, con frecuencia, el descontento social y el sentimiento anti-imperialista se encauza hacia partidos que representan a los sectores más reaccionarios del Islam.

Es incluso de mayor relevancia el hecho de que la lucha por un mayor salario haya coincidido con la “Intifada egipcia” que lucha contra los sindicatos corruptos y dirigidos por el gobierno, que apenas se diferencian de los llamados “sindicatos” organizados en los antiguos estados estalinistas de Rusia y los países de Europa del Este y eran poco más que instrumentos transmisores de la política de dicho régimen.

El movimiento huelguista se desarrolló y ganó, lo que, en el caso de Egipto, es un gran privilegio. Al contrario que en otras ocasiones, esta vez las ya famosas revueltas policiales no sofocaron las protestas en cuanto éstas brotaron, lo que nos enseña la lección de la importancia que tiene la clase trabajadora y su poder potencial a la hora de modificar el sistema social en el Oriente Medio. El hecho de que estuviesen involucrados en la lucha algunos de los estratos sociales más pobres es indicativo de la profundidad del descontento y la indignación existentes en la sociedad egipcia.

La revolución del hambriento

Durante el pasado diciembre, 27.000 trabajadores fueron a la huelga en la fábrica más grande perteneciente al sector público, la “Ghazl El- Mahalla”, en el nrte de Cairo. Pedían las mismas bonificaciones que otros asalariados del sector público (dos meses de sueldo). Los oficiales de los sindicatos respaldaron a los altos cargos, pero la huelga siguió adelante. Después de cinco días , los trabajadores aceptaron un acuerdo de una bonificación de 45 días. Desde entonces, 13.000 trabajadores firmaron una petición para que los oficiales de los sindicatos locales fueran impugnados. “Ni un solo miembro del sindicato estuvo junto a nosotros durante la huelga” comentaba el portavoz de los trabajadores Mohamed El-Attar.”Vosotros, líderes del sindicato, estuvisteis del lado de los altos cargos. Como representantes de los trabajadores, teníais un compromiso con nosotros y lo habéis roto....Nuestra huelga la desarrollamos nosotros y la llamamos la ‘revolución del hambriento’ porque todos teníamos parte en ella. No hay líderes entre nosotros, sólo trabajadores. Todos somos líderes”.

Los activistas amenazaron con formar un sindicato nuevo e independiente de la Federación General de los Sindicatos, respaldado por el gobierno. El 14 de febrero los obreros rechazaron un plan de “acuerdo” que tanto el gobierno como los lideres del sindicato consentían. Bajo dicho plan, un Comité de Representación Obrera, con más de 100 representantes elegidos, se sentaría a la mesa de negociaciones al lado del comité oficial. Pero los trabajadores son inflexibles en cuanto a que los líderes tienen que ser revocados.

El Comité por la Internacional de los Trabajadores (Committee for a Worker´s International) exige sindicatos libres, independientes del estado, con todos sus oficiales elegidos por votación, sujetos a futuras reelecciones y con salarios acordes con los de los otros miembros.

También en diciembre, 3.000 trabajadores ocuparon las plantas de cemento de Tora y Helwan. Pusieron una barricada y prohibieron la entrada a o salida de la fábrica, con la ayuda de camiones, hasta que la administración respondiese a sus peticiones y pagase ls bonificaciones que llevaban ya tres meses de retraso. Tora había sido vendida recientemente a una compañía italiana.

El 4 de febrero, 21.000 trabajadores pertenecientes a tres fábricas textiles de la zona del Delta Norte fueron a la huelga por una paga mejor. 12.000 ocuparon Kafr al- Dawar , demandando una participación de los ingresos obtenidos por la venta de terrenos de la compañía, unas condiciones de trabajo más seguras y cuidados médicos, terminar con la suspensión de ascensos y 45 días de bonificación tal y como obtuvieron los trabajadores de Ghazl El- Mahalla. En este caso, la corrupción de los altos cargos también fomentó la indignación de los obreros y cuando la guardia de seguridad encerró a algunos trabajadores en la planta con intención de someterlos mediante hambre, éstos los desafiaron negándose a probar bocado hasta que no fuesen atendidas sus peticiones, “ Huelga hasta la muerte, huelga hasta que paguen” Éste era su slogan.

La huelga finalizó el 10 de febrero cuando el mayor general Mohamed Shaarawi, gobernador de Al Behera, le dijo a los obreros que el gobierno había atendido a sus peticiones. Las dietas por comida aumentaron de 32 a 45 dólares egipcios al día con efecto retroactivo de 7 meses, se revisaron los niveles de seguridad y sanidad además de equiparar a la fábrica con una ambulancia , nuevos autobuses y una bonificación de 21 días.

Los trabajadores vitoreaban el día que recibieron la noticia y gritaban : Dios es grande. Dios es Dios y Mahoma su profeta”. Una vez más, el ambiente estaba enfurecido por la actuación de los sindicatos oficiales. “Nosotros no elegimos a estos representantes, el gobierno nos los impuso. No tenemos nada que ver con esa gente del sindicato” comentaba un obrero.

En la Compañía de hilados y tejidos Misr Al-kom 4.200 empleados salieron a la huelga espontáneamente y 3.000 ocuparon la planta estatal en el momento en que la compañía india IndoRoma estaba a punto de absorberla. Era la primera huelga en los últimos 47 años de la historia de la planta industrial. Se les había prometido a los trabajadores una bonificación de 140 día de paga pero descubrieron que sólo obtendrían un préstamo correspondiente a 45 días de paga.”Yo sólo recibo 400 dólares egipcios al mes (36 libras)” nos dice Abdel-Hamid Saleh “Y la renta cuesta 300 dólares por tanto, ¿Cómo puedo alimentar a mi familia?”

Es inverosímil que el líder del sindicato de hilados y tejidos, Said El-Gohary acusara a los huelguistas de “terroristas que quieren sabotear la compañía”. Los obreros contestaron que la fábrica era su sustento por lo que difícilmente iban a querer sabotearla. Muchos habían trabajado en la planta durante 35 años y entendían que, gracias a su trabajo, se había forjado Misr Sheib Al-Kom. La compañía se vendió por 125 millones de dólares egipcios pero tiene activos valorados en 3.000 millones de dólares egipcios. Los trabajadores temen que los nuevos propietarios vayan a reducir el número de operarios por máquina, de dos o tres a uno.

A primeros de febrero, 3.000 trabajadores de la Compañía Avícola de El Cairo hicieron huelga durante dos días por unas bonificaciones impagadas y en protesta por la falta de compensación por el riesgo de la gripe avícola. El 15 de febrero 13.00 obreros fueron a la huelga en la fábrica de textiles Samanoud para exigir una subida en las retribuciones por comida hasta los 43 dólares egipcios siguiendo la huelga de kafr el- Dawar. Los breros del sector textil están dentro de los peor pagados del país, con un sueldo que ronda entre 250 y 400 dólares egipcios al mes. China está compitiendo cada vez más con Egipto por lo que obliga incluso a reducir el nivel de vida egipcio. La moneda se devaluó en 2001 y en 2004 se modificó su valor de cambio lo que incrementó el precio de los productos importados. Se establecieron zonas de libre comercio donde las fábricas estaban exentas de pagar impuestos de aduanas lo que presionó aún más a las compañías fuera de dicha zona para que redujesen costes. Mientras los trabajadores pagan el precio de dichos cambios, las ganacias caen en manos de los jefes.

Un estudio de la Cámara de Comercio Americana en 2004 reflejaba que el salario medio de un trabajador del sector textil en Egipto era de 110 dólares. Esto era el 19% del sueldo comparable en Turquía y el 8% del de Israel. Pero esta situación aún no tienta suficientemente a los inversores para invertir en el textil egipcio.

En el informe de la Cámara de Comercio Americana se reflejaba cierta preocupación porque según se decía, “ existen ciertos aspectos del mercado laboral egipcio que necesitan modificarse si se quiere que la reforma y el crecimiento económicos sigan adelante”. En dicho informe se hacía una llamada a la reforma o abolición de las previsiones que aseguran los puestos de trabajo a los empleados así como la finalización de las medidas de ajuste salarial para los empleados estatales, a lo que se añadía que “un mercado laboral flexible atrae inversores”.

El 26 de octubre de 2006 el presidente egipcio Hosni Mubarak anunció que el gobierno tenía la intención de realizar 34 modificaciones de la constitución. Comentaba que dichos arreglos “no sólo tenían por finalidad el anular los principios socialistas instaurados en los años 60 sino que también perseguía el crear una situación más favorable para los inversores extranjeros”.

El ministro de economía egipcio, Mustafa El-Said, comentaba que “ aunque la política socialista de los 60 se abandonó muy a principios de los 90, ello no redundó en una modificación de la constitución que reflejase la acogida oficial del gobierno al liberalismo económico”: Añadió que ya era hora de “ deshacerse de los fundamentos socialistas de la constitución para hacerla más en concordancia con la nueva economía de mercado y la política liberal”.

Nasserismo

Aunque la constitución egipcia describe al estado como una República Democrática Socialista, el régimen de Nasser tenía muy poco que ver con el verdadero socialismo. Bien es verdad que bajo el régimen de Nasser se llevaron a cabo reformas importantes, y que las nacionalizaciones realizadas fueron un duro golpe para los intereses imperialistas. Sin embargo, las industrias nacionalizadas no eran controladas y organizadas de forma democrática por los mismos trabajadores Las industrias dirigidas por el gobierno pasaron a ser meros instrumentos para que una élite de funcionarios pudiese atesorar riquezas mediante la corrupción. Los sindicatos también estaban atados a la maquinaria estatal.

Un programa propiamente socialista debería incluir ahora la nacionalización de las compañías principales, de los bancos y tierras, y que fuesen controlados democráticamente por los trabajadores. Los recursos de Egipto podrían entonces ser planificados para satisfacer las necesidades de los pobres y los obreros, incluyendo un salario decente así como la sanidad y la educación apropiadas. También incluiría derechos democráticos tales como el derecho a unas elecciones libres, derecho a la libre expresión, derecho a una prensa libre y el derecho a la libre asociación en sindicatos independientes.

No existe por l momento ningún partido político que asuma este programa.. El principal partido de la oposición e ilegal, “La hermandad Musulmana”, no ha hecho comentario alguno sobre las huelgas. Uno de sus portavoces ha respaldado el derecho de los trabajadores a manifestarse de manera legítima y legal, pero como las huelgas son ilegales, ¡Dicha declaración no dice gran cosa!

El gobierno ha acusado a la Hermandad Musulmana de promover las huelgas pero no existen pruebas evidentes de que dicha organización sea la responsable. Muchos de los miembros líderes del partido, al ser del mundo de los negocios y pertenecer a la clase media, se encuentran en la tesitura de atacar las medidas del gobierno por un lado pero también temen al movimiento espontáneo de masa obrera. Sin embargo, si el movimiento continúa creciendo no se descarta que algunos líderes de dicho partido cambien su postura y empiecen a utilizar una retórica más radical con respecto a las huelgas.

El movimiento de protesta a favor de la democracisa, Kifaya (Basta), que ha organizado protestas justo en el epicentro de las represiones de las fuerzas de seguridad en 2004 y 2005, ha encontrado imposible el alcanzar a las recientes protestas de los trabajadores. Kifaya sigue manifestándose pero el número de participantes pocas veces alcanza los mil ( a menudo son muchos menos), principalmente porque no recogen demandas que abarcan a los obreros. El pasado diciembre, algunos miembros de Kifaya renunciaron a sus cargos. A finales de enero, su coordinador George Isaac también renuncióy fue reemplazado por el académico de 64 años Abdel- Wahab Elmessiri.

Cólera explosiva

Según uno de sus portavoces, la nueva estrategia de Kifaya “estará más centrada en rejuvenecer Egipto y en acrecentar el activismo político. Esto incluye nuevas sesiones de capacitación dirigidas a crear la conciencia política entre los miembros de Kifaya”.

Este enfoque algo más pasivo fue criticado por alguno de los miembros de Kifaya. “El puesto de coordinador general requiere a alguien que pueda llegar a los ciudadanos de a pie, pues la organización se relaciona con ciudadanos normales en vez de intelectuales” argumentaba Mohamed El-Domiatti. “Lo que nos distingue es nuestro modo de protestar. Perderemos si tornamos esto en sesiones de discusión o programas de capacitación”

Entre las enmiendas a la constitución de Mubarak está la del artículo 88, que estipulaba la vigilancia de las elecciones por parte de los jueces. Ahora se propone una enmienda en la que se reduce el papel supervisor que tienen actualmente los jueces para reemplazarlo por el de las fuerzas de seguridad estatales. “Mubarak está abriendo el camino para que su hijo herede el trono mediante la utilización del cuerpo de seguridad estatal y otros cuerpos ejecutivos y así eliminar a sus rivales” comenta el juez Hisham Bastawisi, el líder de “El Movimiento de los Jueces” de la primavera pasada (quienes protestaron contra la rigidez de las elecciones)

Algunos sectores de la clase dirigente entreven el peligro que tiene el sistema por el enojo almacenado entre los obreros y los más pobres en Egipto. En enero, Ibrahim Eissa, editor en jefe del periódico independiente “El Destour” comentaba: Cuando 27.000 trabjadores en Mahalla van a la huelga bajo el emblema “somos hombres de verdad”, es momento de cambiar. Flotamos en un mar de corrupción aquí en Egipto, y tenemos dos opciones: El caos o el cambio. Nada se va a mantener tal y como está por mucho tiempo. Si es el caos, destruirá todo a su paso, nosotros incluidos” comentaba a un grupo de liberales activistas, principalmente de clase media alta, y a algunos diplomáticos extranjeros.

“Si ustedes recuerdan los niveles de destrucción y caos que acompañaron a los dos días de los motines por el pan, en 1977, se pueden hacer una idea del peligro que corremos si no tornamos el posible caos en un cambio productivo”

Este miembro de la élite social está en lo cierto al avisar de los posibles peligros de una explosión revolucionaria en Egipto en un futuro cercano.

Cada vez hay una mayor confianza en sí mismos entre los obreros de Egipto al ver que forzaron las concesiones del gobierno mediante la simple y pura acción unida de los trabajadores. La clase obrera egipcia es la más grande de Oriente Medio y su victoria es un ejemplo para los trabajadores de todo el mundo árabe parlante y más allá. Lo que se necesita en Egipto es un partido revolucionario que pueda unir la lucha a un programa democrático para una sociedad democrática socialista. La construcción de semejante clase alternativa es la tarea clave para los trabajadores y los pobres de Egipto.